Como todos sabemos, las tradiciones navideñas en nuestros países latinos, y occidentales son casi las mismas en esta época del año. Una de las tradiciones que se mantiene y que creo nos afecta a todos es la del intercambio de regalos en Navidad.
Hemos escuchado en estas últimas semanas acerca de la situación económica mundial y definitivamente no es como la de antes. Mucha gente ha perdido sus trabajos o en sus empresas ya no pueden llegar a las ventas a las que estaban acostumbrados en años anteriores. En algunas compañías llaman a sus empleados para que no vayan ciertos días o para que trabajen menos horas, debido a que no se justifica su asistencia por la falta de clientes.
Es entonces en estos momentos tan difíciles, cuando debemos hacer un alto para reflexionar sobre nuestras costumbres familiares y de amistades, debido a la época Navideña que tenemos a la vuelta de la esquina.
Sólo de pensar en que ya no tenemos las mismas posibilidades económicas (o si las tenemos deberíamos pensar en ahorrar ya que no sabemos que nos depara el futuro próximo) nos produce un estres y una preocupación tremenda, la cual no debería existir en esta época tan hermosa en donde si hacemos un poco de memoria estamos celebrando el nacimiento de Jesús. Este es el verdadero sentido de la Navidad.
Como siempre escuchamos, es tiempo de paz, y de amor, tiempo de buenos propósitos, tiempo de reecontrarnos con nuestras amistades y parientes que no habíamos visto desde hace mucho tiempo; es tiempo de perdón, de retomar relaciones, de disculpar agravios, de limpiar nuestro corazón de rencores, odios y resentimientos y esperar aquel día con nuestro corazón puro, como cuando eramos niños (es por eso que se dice que la Navidad es para los niños, y también que la Navidad es para todos). Es en ese momento cuando recordaremos nuestra infancia, debido a que nuestro corazón estará tal cual como cuando eramos unos niños dulces y puros.
Muy aparte de si tenemos o no una religión, de si la practicamos o no, hagamos ese viaje en el tiempo purificando nuestro corazón, quitándole todos las cosas malas que no deberían estar ahí.
Por otro lado, hablemos con nuestras familias y amigos sinceramente, tal vez llamando por teléfono, mandando un mensaje de texto o un email, y expongámoles el dejar de regalarnos y de estresarnos gastando tanto dinero y perdiendo el tiempo saliendo de compras.
Tampoco vamos a pretender dejar a los niños sin sus regalitos o sus juguetes, acordémonos cuando eramos niños y esperábamos durante meses ansiosos la Navidad y los juguetes bajo el árbol. Eso es una ilusión que pienso no les deberíamos quitar a nuestros hijos, pero siempre con mesura.
Conservemos el "Verdadero Sentido de la Navidad" que debería ser el reunirnos con nuestro padre Dios (para los creyentes) y además el reunir a nuestras familias y también a nuestras amistades. Recordemos que uno de los secretos de la felicidad es tener buenas relaciones interpersonales. Después de los lazos familiares, los vínculos mas estrechos son los que nos unen a nuestros amigos.
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