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¿Y si a él le duele la cabeza?

Este tópico femenino ha cambiado de género y ahora son ellos los que ponen excusas. Si tu pareja evita tener relaciones sexuales, no te alarmes, pero presta atención.
Mar Santamaría

Ocurre sin esperarlo. Una noche que tú tienes ganas, él te dice que no está de humor, o que ha tenido un mal día en el trabajo… Vale, no pasa nada. Pero cuando esto vuelve a suceder, tú, como es normal, te inquietas. Y, si sucede más veces, empiezas a darle vueltas. “¿Qué está pasando? ¿Será sólo cansancio o ya no me desea?”. No te agobies, lo que pasa es que tu pareja puede estar sufriendo impotencia ocasional. Pero hay que hacer diferencias. No es lo mismo sufrir un ‘gatillazo’ que una situación que se mantiene en el tiempo. Por eso los expertos distinguen entre disfunción ocasional o persistente. Esta última no es común en los hombres jóvenes, pero se hace más frecuente a partir de los 40 años y afecta a un 50% de los hombres, según la guía para pacientes de la Asociación Europea para la Medicina Sexual.

¿Por qué se produce?
Existen varias causas que provocan esta disfunción: vasculares, neurológicas, hormonales... pero también lo generan razones psicológicas. Desde una simple ansiedad por el miedo a no conseguir una erección, a problemas de pareja, depresión o estrés, un gran inhibidor del deseo sexual. La sexóloga y psicóloga Pilar Cristóbal confirma que también están cambiando los roles: “Antes, él pedía y ella decía que no. Ahora, muchos hombres tienen ‘dolor de cabeza’ porque nosotras expresamos nuestros deseos con más naturalidad”. Los problemas surgen si a ti te apetece más a menudo. “Entonces, la mujer piensa que si no hay erección es porque ya no le gusta a su pareja”, cuenta Pilar Cristóbal. Y ahí comienza la tensión.

¿Qué debemos hacer?
Cuando una mujer se enfrenta a la apatía sexual de su pareja, inevitablemente le pregunta qué ocurre para que las cosas en la cama hayan cambiado. Según los expertos, hacerlo directamente puede ser contraproducente, porque le fuerzas a reconocer algo que le duele. El primer paso es la comprensión. “Que el pene no les responda les deprime –afirma la doctora Carmen López Sosa, autora del libro Sexo y sólo sexo (Editorial Planeta)–. Por eso, en los días malos lo mejor es un empujón, un beso, una caricia... Sólo hay que tenderles la mano”. Y hablar. Lo aconseja la campaña ‘Inicia la conversación’, llevada a cabo por los laboratorios Bayer Health Care. “Hay dos millones de españoles con problemas de erección. Pero, como ellos no quieren ver el problema, apenas un 15% acaba pidiendo ayuda. Y no lo hacen hasta que llevan unos tres años sufriendo”, afirma el sexólogo Francisco Cabello. “No hay que esperar tanto. Los trastornos sexuales no se resuelven sólo con cirugía o fármacos. Un simple consejo puede ayudar muchísimo”, apunta la andróloga Ana Puigvert. Así, poco a poco, el sexo surgirá de nuevo y volveréis a formar parte del 42% de los españoles que confiesa mantener relaciones de dos a cuatro veces por semana, según confirmaba la última encuesta de la firma Durex.

¿Cómo actuar si no se soluciona?
Es posible que en un primer momento te asalte la sensación de rechazo o la pérdida de autoestima. No es extraño, pero el estrés de tu pareja no tiene que ver contigo, aunque te afecte directamente. La solución sólo depende de él. Así que no sobredimensiones su impotencia dejando que te influya más allá del asunto sexual. Tu relación se ha construido sobre algo más sólido y tu percepción de ti misma no puede cambiar por esta crisis. Un problema originado por el estrés tiende a remitir cuando la causa que lo provoca se resuelve o cuando la percepción de lo que a uno le afecta cambia. Si, cuando tu pareja se encuentre más tranquila, no vuelve a sentir el mismo deseo sexual que antes, habla seriamente con él. Pilar Cristóbal recomienda aprovechar un momento favorable para hacerlo: “No se puede charlar en la cama después de un momento de tensión. Es mejor salir a cenar y sacar la conversación de forma relajada, en un terreno neutral donde ninguno se pueda enfadar. El diálogo tiene que ser racional”. Hay que concentrarse en cómo se puede solucionar el problema. “Si se llega a la conclusión de que ha sido algo temporal, todo volverá a la normalidad”, concluye.

Es el momento de ver a un experto
Cuando las conversaciones no dan resultado, hay que poner límites. Negocia con él un plazo y hazle ver que, llegado este punto, es necesario que acuda a un especialista; puede ser un urólogo, un sexólogo o un psicólogo. Tú no podrás hacer mucho más si él no pone de su parte. Normalmente, los problemas de disfunción sexual son la manifestación de una depresión o de otro problema psicológico que permanecía oculto. Y es necesario hacerle frente para que todo se solucione.

Viagra y otros 'colaboradores'

Mar Santamaría


  1. Viagra. Potencia el riego sanguíneo del pene, lo que favorece la erección. Debe tomarse una hora antes de la actividad sexual. No influye sobre el deseo.

  2. Cialis. Los resultados son similares a los del Viagra, pero su efecto es más prolongado.

  3. Levitra. Actúa como los dos fármacos anteriores y su principio activo permanece en el organismo hasta dieciséis horas.

  4. Uprima y Taluvian. Estimulan ciertos puntos del cerebro y la espina dorsal. La erección se produce por estimulación sexual veinte minutos después de la ingesta.
Diez errores que debes evitar... si no quieres que la situación empeore:
  1. Presionarle para que te diga qué le pasa. El mero hecho de no tener erección es suficientemente traumático.
  2. Asociar el sexo con sus sentimientos. No poder tener una erección no significa que no te quiera. Ni se te ocurra sentirte rechazada o pensar que se ha acabado el amor que siente por ti.
  3. Enfadarte con él, y hacerle el vacío, mostrándote ofendida. No solucionarás nada.
  4. Montar un drama. Es mejor estar serena, afrontar el problema y encontrar una solución.El buen humor da muy buenos resultados.
  5. ‘Acosarle’ con tus demandas sexuales. Necesita tiempo para encontrarse bien consigo mismo.
  6. Observar cada una de sus reacciones y movimientos. Está pasando por un momento realmente malo. Tu ansiedad por ver cómo evoluciona puede provocarle aún más estrés.
  7. Perder tu autoestima. Tú vales mucho, tanto como antes, y eso no ha cambiado, aunque por el momento no tengas sexo con tu pareja.
  8. Olvidarte de lo mucho que le quieres y de vuestros proyectos presentes y futuros. Eso no tiene por qué derrumbarse por un problema transitorio.
  9. Obligarle a que acuda a un especialista a la primera señal de alarma. Si él no está preparado, no sirve de nada.
  10. Relajarte y dejar que la situación se alargue indefinidamente. Que seas paciente no quiere decir que no haya que poner un remedio.

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