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Carta "A las madres modernas"


Les dejo una de las cosas mas hermosas que he leído acerca de las madres. Espero que les guste

A las madres modernas

Zenaida Bacardí de Argamasilla

Queridas Madres:

Escribirles a ustedes es estar tocando el punto clave de mi sensibilidad, tocando lo más profundo de mi corazón.

La madre es el alma de todos los seres humanos, la palabra de todos los labios, el secreto de todos los corazones, el inicio de todos los amores y la sangre de todas las vidas.

Tú eres, madre moderna, el calor y la tibieza de la casa. Y cuando te vas de ella, también los hijos salen a caza de emociones. En esa edad hay miedos internos, sacudidas de los sentidos que moldean mal la conducta, rebelión y rechazo ante su soledad. Hay un ansia de saber y de probar, con la que cualquiera puede robarse el alma todavía inexperta de la juventud.

Pero las madres no quieren estar hoy fuera de las reglas de la modernidad, fuera de las nuevas estructuras que las hacen más activas e independientes. El código de los valores se sustituye por el código del capital; el del deber por el de la conveniencia, y el del cristianismo y el amor, por ese otro que aleja el pensamiento y rompe el equilibrio y la paz.

El hogar está en una crisis inquietante, problemática, y sólo la madre puede medirla y hurgar en ella con ese talento especial que le da el amor.

¿Qué sabes de su soledad, de los problemas de su mundo adolescente, de la búsqueda de su vocación y sus valores? Hay que estar con los sentidos alerta y el corazón vigilante. ¿Quién puede, como la mirada de la madre, entrever todo eso? La madre es maestra por amor, no por oficio o por accidente.

Tienes que darle conciencia a su inconsciencia, luz a su oscuridad, sentido a sus pensamientos, camino y ruta para desandar honestamente por la vida.

Con pequeñas preguntas, dale grandes y valiosas respuestas. Con cualquier comentario trivial, dale un sólido argumento moral. Con cualquier falso razonamiento, enséñale la verdad y la mentira, lo real y lo ficticio, la locura y la cordura, los sueños y las realidades.

Cuidar a los hijos y formarlos debiera ser un interés primordial, un instinto del que no podamos sustraernos.

No es difícil que una casa tantas horas sola deje margen al vicio, que viene con el pretexto de acompañarlo y divertirlo. No es difícil que tu mente, funcionando con mil problemas afuera, deje espacio adentro para el ocio, la vagancia y los peligros. No es difícil que, llevándote las horas frescas, rendidoras, jugosas y activas, el hogar resulte frío, invivible. Esas horas llenas de luz, que entre trajín y trajín se prestan a la intimidad y las confidencias, se las cambias por horas atardecidas, en que llegas consumida, agotada, sin ganas de nada, cuando ya tus energías no rinden, tu mirada no percibe y tu corazón no tiene capacidad para una amorosa convivencia.

Oye el trino de cada hijo, porque son ellos los pájaros de tu tierra. A los hijos hay que treparlos a nosotras, madres modernas, para que nos lloren y nos canten en el hombro. Y pegarnos a ellos como estampas, cubriéndoles el corazón.

Hasta para el peor de los hombres, la madre puede ser algo sagrado. La formación de los hijos es esencial para entender la obra creadora de la mujer.

El hijo para ti, madre moderna, debe ser una entrega y una búsqueda constante.

La madre son los hijos. Los hijos son el hogar. y los hogares son el mundo y la sociedad.

No esperes a rectificar con lágrimas, ni a que lo único que los una sea la culpa… a que el hijo deje el hogar… para decidir atraerlo y dedicarte a él.

No esperes a que sus dudas y sus secretos estén bien sepultados, para que te entre la desesperación de adivinarlos y entenderlos. No esperes a que esté perdido y marcado, para querer pedir a Dios el milagro que lo salve.

No esperes a ganar dinero para darle la mano. No esperes a tener una envidiable posición para levantarlo. No esperes descuidar el surco, para luego reclamar las flores y los frutos.

Hay retos muy grandes que afrontar. Un hogar es más que una economía brillante, es más que un ejemplo de prisas y de abundancias, es más que un hotel para entrar y salir, es más que un cuarto, una televisión y un teléfono.

Un hogar, mujer moderna, es como la historia futura de tus hijos que, amasada a tiempo por tus manos, siempre dejará algo valioso: un polen, una raíz, un pétalo, un perfume… ¡hasta que poco a poco se te entregue en rosa!

Libro: Cartas para una Vida


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