Entonces le dijo el labrador al profeta: Háblanos del trabajo.
Y el respondió, diciendo:
Trabajáis para seguir el ritmo de la tierra y del alma de la tierra.
Porque estar ocioso es convertirse en un extraño en medio de las estaciones y salirse de la procesión de la vida, que marcha en amistad y sumisión orgullosa hacia el infinito.
Cuando trabajáis, sois una flauta a través de cuyo corazón el murmullo de las horas se convierte en música. Cual de vosotros querrá ser una cana silenciosa y muda cuando canta al unisono?
Se os ha dicho siempre que el trabajo es una maldición y la labor de una desgracia.
Pero yo os digo que, cuando trabajáis, realizáis una parte del mas lejano sueno de la tierra, asignada a vosotros cuando ese sueno fue nacido.
Y, trabajando, estáis, en realidad, amando la vida.
Y amarla, a través del trabajo, es estar muy cerca del mas recóndito secreto de la vida.
Pero si, en vuestro dolor, llamáis al nacer una aflicción y al soportar la carne una maldición escrita en vuestra frente, lavara lo que esta escrito.
Se os ha dicho también que la vida es oscuridad y, en vuestra fatiga, os hacéis eco de la voz del fatigado.
Y yo os digo que la vida es, en verdad, oscuridad cuando no hay un impulso.
Y todo impulso es ciego cuando no hay conocimiento.
Y todo saber es vano cuando no hay trabajo.
Y todo trabajo es vano cuando no hay amor.
Y cuando trabajáis con amor, os unís con vosotros mismos, y con los otros, y con Dios.
Y que es trabajar con amor:
- Es tejer la tela con hilos extraídos de vuestro corazón como si vuestro amado fuera a usar esa tela.
- Es construir una casa con afecto, como si vuestro amado fuera a habitar en ella.
- Es plantar semillas con ternura y cosechar con gozo como si vuestro amado fuera a gozar del fruto.
- Es infundir en todas las cosas que hacéis, el aliento de vuestro propio espíritu.
Khalil Gibran
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